Vídeo 7. ¿En qué ciudad nos reconoceremos?
Este vídeo es de recapitulación de los anteriores. Tiene dos partes: una fija y otra variable. En la segunda se incorporarán las aportaciones derivadas de la participación de la gente en la exposición, y habría que actualizarla cada cierto tiempo. La primera podría pensarse como una sucesión continua de imágenes, como latidos, y al paso exponer un razonamiento como el que sigue.

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CIERNES >

1º. La ciudad es un cúmulo de historias que pueden ir en uno u otro sentido. Interesa que sea en beneficio del derecho, de los derechos. ¿Cómo puede contribuir a esta tarea el urbanismo?
2º. No se nos oculta que el urbanismo es una técnica de intervención (en la ciudad). Y como tal difícilmente puede sustituir a la política. Es la política (los representantes democráticamente elegidos) la que toma las grandes decisiones sobre el “reparto” entre lo social y lo económico. Pero también aquí el urbanismo puede aportar su grano de arena. Lo hace al poner el acento en un urbanismo que, además de técnico y económico, sea social. Y un urbanismo más social es el que pretendemos con esta referencia a los derechos. Para que no haya trampas este urbanismo social tiene que tener una referencia sólida. Y esa referencia son los derechos. Sin trampas.
3º. Por otra parte el objetivo fundamental de la técnica urbanística, su final, es la construcción.
Los planes, las ordenanzas, los proyectos, se elaboran para su materialización, para que acaben dando forma a la ciudad. El urbanismo no se hace con declaraciones. No bastan los discursos generales de objetivos, es necesario el compromiso con lo concreto. El urbanismo ha de proporcionar soluciones que tienen finalmente que materializarse, construirse.
4º. En este camino, para llegar a la forma más adecuada, el urbanismo no puede ir a ciegas. Proponemos que como mínimo actúe en dos frentes, atienda a dos lógicas. La lógica de la razón y la lógica de la forma. No se oponen, y con frecuencia confluyen; pero se mueven en terrenos diferentes. Y ambas son necesarias. El urbanismo selecciona y sintetiza atendiendo a ambas.
5º. Veamos la lógica de la razón. Los argumentos. Las elecciones que se hacen (“constantemente se selecciona”, acabamos de decir) han de estar argumentadas. Hay que contar con la ciencia y la técnica.
Pero ¿cómo elegir entre las múltiples opciones que siempre se abren al plantear técnicamente cualquier intervención? Precisamente lo que proponemos es que al razonar se tenga como referencia la primacía del derecho, de los derechos. Y al hablar de los derechos nos estamos refiriendo a multitud de ámbitos (como se ha visto en los vídeos anteriores, como se refleja también en muchas de las respuestas de la página web), derechos sociales, derechos ambientales, etc. La preocupación medioambiental, como derecho, tamizará las decisiones meramente ingenieriles, por ejemplo.
6º. La lógica de la forma. La forma de la ciudad tiene múltiples facetas que corresponden a un ámbito distinto al de los argumentos. Las ciudades se valoran por muchas razones: porque se vive bien en ellas o son eficaces económicamente, por ejemplo; pero también, y de manera destacada, porque son hermosas: una faceta de la forma que hay que tener en cuenta. Hasta llegar a ella el urbanista se mueve en un ámbito como mínimo peculiar, que no es el de los argumentos lógicos. Otra faceta tiene que ver con la eficacia; con su propia lógica interna: la de la tecnología, que también funciona con intuiciones. Pesan aspectos culturales que no son racionales, de gran influencia. En la lógica de la forma son imprescindibles los modelos, las metáforas, el estilo, otro orden de razones.
También aquí los derechos humanos tienen algo que decir. ¿De qué manera? Habría que fijarse en lo que siempre se dice sobre el trabajo del hacedor de formas, sean estas materiales o literarias. Recordar la relación entre el artista y el público (decía García Montero que la poesía “une soledades”).
Incluso aquí el mundo del derecho proporciona pautas. Pautas que quizá haya que buscar en esa relación de la forma inspirada, los caminos para dar con la forma más adecuada, quizá más sugerente: el contar con los otros, con las personas que fundamentan el quehacer artístico. En el sentido de que el mundo de la forma poética tiene que ver con lo humano. La ciudad de los derechos humanos, para ser justa, ha de ser también poética.
7º. Hay un objetivo en el que confluyen las dos lógicas, en las que se hacen patentes. Y es el de trabajar por la mezcla. Al decidir, por ejemplo, sobre la movilidad adecuada, el urbanista decide sobre la mezcla de tráficos. Y al trabajar sobre la configuración de áreas, sabe que la ciudad es mezcla. Las gentes y sus culturas no se mueven en compartimentos estancos. Mezclados se presentan también los caminos de la economía (el mercado y el papel de lo público, por ejemplo). Y también la mezcla ayuda a entender la difícil cordura de la forma, esa cordura que corresponde al arte (decisiones de tema, estilo, etc.), y que siempre pone en juego la interacción entre lo personal (el autor, el artista) y lo colectivo (el público).