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HORIZONTE >
Para Berger el mundo (la ciudad) que se está construyendo es una prisión, donde se da forma al espacio del ahogo, a la claustrofobia. Vivimos –sigue- una cultura claustrofóbica, posiblemente la más claustrofóbica que nunca haya existido, donde “no se percibe ni otro lugar ni otra forma. Lo que existe de hecho es la prisión”. Una claustrofobia que no está causada por la superpoblación, sino por la ausencia de continuidad entre las acciones. John Berger describe el mundo actual semejante a aquel infierno que hace cinco siglos dejó pintado El Bosco: “No se ve allí horizonte alguno. Ninguna continuidad entre las acciones, ninguna pausa, ningún camino, ningún plan, ni pasado ni futuro. Nada se ensambla: todo se interrumpe. Se trata de una suerte de delirio espacial” en que todo carece de sentido.
El planeta entero es un enorme campo de batalla, en el que la inteligencia humana ha sido reducida a la avidez y renuncia a toda continuidad entre las cosas. Es preciso, por encima de todo y frente a ello, abrir un nuevo horizonte. Y pensamos que los derechos humanos, la ciudad de los derechos humanos, puede estar en él.
Este vídeo tiene dos objetivos: primero, poner de manifiesto, mediante datos e imágenes, la crisis de la ciudad y del urbanismo, y los indicios o la posibilidad de un cambio en ella; y segundo, contextualizar los cinco vídeos siguientes. Podría utilizarse, con imágenes de apoyo, el siguiente esquema argumental.
1º. ¿Qué ciudad estamos construyendo? ¿Cómo se vive esta ciudad? Pinceladas o síntesis sobre las características de la ciudad actual, desde el punto de vista de cómo la vive la gente.
(Incluirá los datos más significativos).
2º. La ciudad está en ciernes de sí misma. Asistimos a un cambio. Hay signos evidentes. Sabemos que esperar sin voluntad de intervenir es peligroso para los intereses de la gente. Se trataría, por tanto, de encauzar, en lo posible, esos cambios, y hacerlo en función del derecho: este es el asunto. Proponer una ciudad de los derechos humanos que no se limitase a los intereses de la mayoría, sino que fuese más lejos: que llegase a la consideración de que existe un derecho a la ciudad de cada uno de los ciudadanos, y especialmente del último de los ciudadanos.
De acuerdo con ello, se podría reinterpretar la historia urbanística de los últimos siglos como el paso de la ciudad del uno a la ciudad de cada uno. Un último paso que no podemos dejarlo al acaso, o a la iniciativa del mercado. (Incluir también aquí datos y ejemplos significativos del riesgo).
3º. En esta tarea puede jugar un papel importante el urbanismo. El urbanismo, la técnica de la construcción de la ciudad, no sustituye a la política; pero es un instrumento necesario. Proponemos que el urbanismo cumpla su papel en beneficio de una ciudad del derecho.
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