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Preguntas ...en proceso, pronto estará disponible. Por el momento he aquí un adelanto:
El horizonte de la ciudad
¿Es pedir mucho? Cómo definir un urbanismo básico
¿Acaso no tenemos ya suficientes “señales de los tiempos” para volver a empezar? Y ese recomenzar, ¿no ha fundarse en la razón? Si la razón es la médula de la dignidad, ¿cabe pensar un urbanismo de los derechos humanos que no sea rigurosamente racional?
¿Puede definirse un urbanismo básico , un conjunto de pautas urbanísticas que contribuyan a la materialización esencial de los derechos humanos en la ciudad? ¿Es posible definir algunos criterios básicos que cualquier plan deba respetar para contribuir al cumplimiento de los derechos del último ciudadano?
Poder andar la ciudad con dignidad, ¿es pedir mucho? ¿Es posible, tiene sentido plantear cualquier ordenación urbana que no garantice una buena circulación a pie de todos los que por allí puedan moverse?
Evitar riesgos innecesarios: ¿es pedir mucho? ¿Es posible un urbanismo no entregado al tráfico rodado?¿No es radicalmente exigible la aplicación generalizada del principio de precaución en el urbanismo?
Estimular la confianza en los vecinos: ¿es pedir mucho? ¿Qué razones hay para desconfiar de la “vigilancia natural”, de esos miles de ojos de los vecinos sobre la calle? ¿No debe defenderse, precisamente por razones de seguridad, la ciudad abierta?
Reequilibrar los atractivos de la ciudad: ¿es pedir mucho? ¿Sería legítimo entender que un propósito básico del urbanismo es el de hacer atractivos, igualmente apetecibles, todos los espacios urbanos? ¿No es una finalidad del urbanismo reequilibrar permanentemente el interés de unos y otros espacios, rompiendo el gueto? ¿No es el gueto la máxima expresión de anticiudad y la síntesis de todas las formas de segregación?
Reequilibrar la dignidad pública de los espacios de trabajo: ¿es pedir mucho? Las ciudades son sede de la riqueza. ¿Es razonable promover un empowerment de los municipios, para que puedan actuar como agentes respetados en defensa de sus ciudadanos menos poderosos, y no limitarse a ser espectadores pasivos de un mercado que les deja fuera?
Distribuir equitativamente los equipamientos públicos: ¿es pedir mucho? Los servicios de los pobres ¿son unos pobres servicios? Distribuir las escuelas o los hospitales como se distribuye el agua, sin vincularlos a las condiciones económicas de los ciudadanos o los barrios. ¿Hay otra forma de evitar el estigma y la deriva de lo público?
Reducir, en lugar de aumentar, la huella ecológica: ¿es pedir mucho? ¿No es hora de pensar en una naturaleza que no sea de plató, un mero decorado, incorporándola como elemento estructural básico de su diseño? ¿Cuántos argumentos serán necesarios para reducir el consumo urbano e incorporar la austeridad como principio crítico?¿No se impone ya, con urgencia, la exigencia de reducir la agresividad con la tierra, como un principio urbanístico básico?
Sentir que se participa efectivamente: ¿es pedir mucho? ¿Cómo hablar en urbanismo c on voz de roble y con palabras simples, de arroyo, que en vez de separarnos, nos acerquen? ¿Podría contarse en el urbanismo con el apoyo de técnicos de oficio, tal como se da en el mundo del derecho?
Un poco de dignidad. ¿Es pedir mucho? ¿Cómo conseguir un urbanismo de todos, sin exclusiones? ¿Qué técnica habrá que aplicar? ¿Qué organización? ¿Qué política llevar a cabo? ¿Cómo hacer una ciudad abierta, sin fronteras, hospitalaria, igualitaria, mestiza, cosmopolita, defensora de una cultura universal? ¿Qué urbanismo para construir una ciudad hospitalaria con la inmigración que llega?
Si el ombligo no es un órgano tan importante, ¿por qué tanto tiempo mirándolo? ¿No habrá que dirigir la vista alguna vez a la ciudad real que nos rodea? En definitiva, ¿podemos esperar que algún día, no demasiado lejano, todo el mundo, o por lo menos una gran parte del mismo, acabe poniéndose de acuerdo en que esos derechos son nuestra única salida; que es necesaria menos competición y más sensatez compartida? Si no se consigue captar la atención de los ciudadanos, estamos perdidos. ¿Cómo mantener la tensión de mejora para todos en la ciudad que, como la democracia, nunca está ganada?
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